Por Carlos Alberto Baena López. De acuerdo con un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud OMS, cada 40 segundos se produce en el planeta un suicidio. Además, establece que entre las personas de 15 a 29 años de edad, ésta, es la segunda causa de muerte. En similar sentido, se han pronunciado algunas instituciones universitarias de nuestro país, las cuales han detectado un incremento del suicidio entre sus estudiantes, tras los últimos 10 años. Entre otras cosas, precisan que el 62% de los casos analizados, se hallaba en el rango de edad de los 19 a los 22 años, y las carreras con mayor número de incidentes registrados, estuvieron en las áreas de ingeniería, ciencias sociales, ciencias de la salud, y psicología. También determinaron que las causas principales se presentaron en torno a problemas emocionales, académicos y éticos. Si a estos hallazgos, le sumamos aquellos que el Programa para la Valoración de Estudiantes Internacionales, o pruebas PISA como se les conoce más genéricamente, ha puesto en evidencia, respecto de las dificultades que tienen los jóvenes para resolver problemas, tenemos un panorama que demanda la mayor atención. Uno de los casos más recientes, el de Natalia y Fernán, dos jóvenes que fueron hallados muertos en Bogotá, tras haber consumido, según el informe del Instituto Colombiano de Medicina Legal, pesticidas de alta toxicidad, trae, una vez más, ante la opinión pública, la necesidad de brindar los mejores acompañamiento y apoyo a los menores de edad, en sus procesos de aprendizaje y toma de decisiones. En este contexto, toma protagonismo el manejo dado a las redes sociales, por medio de las cuales parece que ellos se conocieron, y sostenían alguna clase de relación a distancia. Semanas atrás señalamos desde aquí, la importancia de saber usarlas como herramientas para el desarrollo de una comunicación efectiva, al tiempo que invitamos a aprovecharlas con responsabilidad. Por eso, medidas como la revisión por parte de los padres, de los correos electrónicos y las redes sociales de sus hijos menores de edad, cuya validez avaló recientemente la Corte Suprema de Justicia, pueden ser útiles a manera de alertas tempranas, sin embargo, ayuda más a los jóvenes un entorno familiar que fomente los valores, la confianza y el optimismo. Esto, pensando en el fortalecimiento de sus habilidades para resolver dificultades, pero sobre todo, en la capacidad de discernir que el suicidio no es la solución, ni la salida. Columna en el Diario del Huila: http://www.diariodelhuila.com/opinion/jovenes-suicidio-redes-sociales-y-proteccion-cdgint20150811062716148 Versión impresa: