Religión y Política: Una Propuesta sobre el Deber Ser por: Carlos Alberto Baena López @Baena

En el mundo de hoy, así como en el que está por venir, creemos que la religión tiene muchas cosas positivas que aportar a la política. La relación entre ellas está llamada a dignificarse, y sobre todo, le corresponde a la academia, y cómo no decirlo: A los líderes religiosos y políticos, demostrar, más allá de las teorías, sí con los hechos, que esta es una realidad vigente y trascendente, en pleno siglo XXI.

Lamentablemente en Colombia, como en muchos lugares de Latinoamérica, los posibles enlaces entre religión y política, se han desfigurado entre la opinión pública, para forzar una percepción falaz que aboga por la separación absoluta entre una y otra.

Este fenómeno no es cosa diferente que una forma del laicismo, que se muestra como “polémica anti-religiosa, más popular que intelectual, que actúa a través de los circuitos de formación de la opinión pública (periódicos, televisión, radio y medios electrónicos): se trata del laicismo polemista, en gran medida ajeno a los desarrollos del estudio académico de la religión, que dirige sus energías a defender que la influencia de la religión en la vida pública debe ser, si no eliminada, sí al menos minimizada”, tal como lo explica el profesor español Rafael Palomino Lozano, en su escrito del 2015, “El Laicimo como Religión Política.”

Nosotros, por nuestra parte, nos ubicamos en otro lugar respecto del deber ser de la relación entre Religión y Política. Estamos seguros de que cuando se entienden bien ambos elementos, el resultado esalgo muy positivo y enriquecedor para la administración pública y para la política en general. Ha de ser incluso, como en muchos países así se considera, una cuestión honorable el que una persona que lleva consigo alguna función pastoral, o se distingue por ser un líder o lideresa religioso, se desempeñe en cargos públicos.

La religión aporta valores y virtudes como la honestidad, la rectitud, la imparcialidad o la equidad, a la política. Es, y puede ser, una dinámica que entregue resultados positivos a la sociedad en general, y a los individuos en particular, tanto en su desempeño público, como, obviamente, en el privado.

Así parece comprenderlo la Organización de las Naciones Unidas, pues su Secretario General Ban Ki-Moon, ha reconocido los matices favorables del buen entendimiento entre Religión y Política, en lo atinente, por ejemplo, a la construcción de paz. En idéntico sentido, la Canciller Federal de Alemania Ángela Merkel, en declaraciones dadas originalmente al Süddeutsche Zeitung, un importante diario de ese país, aseguró: “La fe y la religión son la base sobre la que yo y muchos otros contemplamos la sagrada dignidad del ser humano. Nos vemos como la creación de Dios, y eso guía nuestras acciones políticas… La fe en Dios me facilita muchas decisiones políticas”. Incluso, el mismo Gobierno de Canadá, tras la reciente creación de la Oficina de Derechos Humanos, Libertades e Inclusión (OHRFI, por sus siglas en inglés) en el Ministerio de Asuntos Exteriores, tomó como ejemplo el exitoso trabajo en materia de Libertad Religiosa, para proyectarlo a otras áreas, reconociéndole así su importancia en lo cotidiano, en lo civil y en lo público.

Pues bien, estas manifestaciones, entre muchas otras, no hacen cosa distinta que demostrar la relevancia de la cuestión religiosa y sus relaciones en el ámbito político, en el mundo actual. A este respecto, el Movimiento Político MIRA, el cual tengo el honor de presidir, se convierte en un referente en el ámbito Latinoamericano en esta materia.

En nuestro caso, la forma de pensar, sentir y actuar en la política, según la comprendemos, dio como origen el Miraísmo por la Renovación Absoluta, un pensamiento político que fue registrado ante la oficina de patentes de las Naciones Unidas en Ginebra Suiza, el 26 de septiembre de 2011, constituyéndose en la primera ideología de origen colombiano en la historia que consigue este reconocimiento.

La base de la ideología del Miraísmo está constituida por valores. Aunque es cierto que una enumeración extensa de éstos, incluso sin pretender ser taxativos, puede abarcar varias decenas de conceptos, para nosotros se consideran como fundamentales la Solidaridad, la Justicia, la Lealtad y la Integridad u Honestidad. Además de los valores, el Miraísmo cuenta con tres Principios que son Veracidad, Coherencia y Practicidad. La veracidad, es la declaración de los valores como axiología o conocimiento, y como aplicación. La coherencia, consiste en que la verdad o la ética, se traslada del discurso a la práctica, para que se ponga en evidencia mediante hechos y resultados. Por último, la practicidad se comprende como el actuar con resultados útiles, puestos en esencia al servicio de la sociedad.

Finalmente el Miraísmo, como orientador político, cuenta con herramientas que facilitan la gestión y la asunción de decisiones tanto en el actuar político, como en el público o en el privado. Se trata entonces del Sistema de Gestión por la Renovación Absoluta como un estructura de trabajo para lograr la difusión ideológica; el modelo de análisis para la toma de decisiones; los criterios de efectividad para este mismo propósito y; la estructura y fundamentos programáticos. No es desacertado afirmar que todos estos elementos, en su conjunto, contribuyen a la creación de una cultura en el ejercicio de los asuntos públicos.

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