Colombia afronta un problema diario, recurrente y que afecta a gran parte de su población, sobre todo aquella que vive en los centros urbanos: La debilidad de sus sistemas de transporte público. A diario, millones de personas los usan por todo el territorio y las quejas sobre la falta de buses disponibles, la incomodidad en el servicio, la inseguridad para los pasajeros y conductores o el insuficiente alcance de las rutas, se han vuelto asunto permanente. La situación está próxima a agravarse, porque las pérdidas que afrontan las empresas operadoras de los “masivos” son multimillonarias.
De acuerdo con los análisis del Partido MIRA en el Congreso de la República, al tomar como base las cifras aportadas por el Ministerio de Transporte y Transmilenio, el déficit, en miles de millones de pesos, es el siguiente: Medellín, 15.664; Pereira, 17.261; Neiva, 27.231; Barranquilla, 95.417; Bucaramanga, 132.000; Cali, 290.519; y Bogotá, 674.738.
Los altos índices de accidentalidad, que involucran a 7 vehículos de servicio público por hora en Colombia, también juegan un papel importante. A esto, se debe sumar la precaria cobertura, que va desde un modesto 19% en Cartagena, hasta un 78% en Medellín, pasando por porcentajes de 32, 41 y 48% en las ciudades más pobladas de Colombia. El panorama, en las demás entidades territoriales, no parece ser mejor.
Por eso, no es extraño que las personas prefieran atender su necesidad de movilidad con la búsqueda de alternativas diferentes. Muestra de ello es que la compra de motos entre los potenciales usuarios de transporte público, se ha incrementado recientemente en más del 60%. También, el uso diario de la bicicleta es una alternativa que cada día cobra más fuerza, frente las debilidades del sistema.
Como quiera que los “Sistemas Estratégicos de Transporte Público” están presentes en otras ciudades, allí no se pueden repetir los errores de los “Masivos”. Los estudios sobre la demanda de pasajeros, deben ser precisos; la planeación y el correcto diseño de las rutas debe atender las necesidades de los usuarios; las condiciones de bienestar y seguridad tienen que ser asunto de alta prioridad.
Pero lo más importante, es el valor de los pasajes. Aquí, es indispensable que se tenga en cuenta la realidad socieconómica de las personas al momento de establecerlo. En definitiva, si los precios son altos, los pasajeros continuarán migrando hacia otras formas de transporte.
Columna publicada en el diario impreso: